Autor: Antonio Calvo Roy
La aventura antártica más conocida de Ernest Shackleton no es la que da origen a este libro, pero este es “con diferencia el mejor de sus libros”, dice Javier Cacho, el biógrafo de la Antártida, y del explorador británico. Esta vez, también, Shackleton dio muestra de un extraordinario temple, el necesario para saber renunciar a tiempo y salvar su vida y la de todos los miembros de la expedición.
Este viaje que relata El corazón de la Antártida es el que hizo, entre 1907 y 1909, el explorador antártico por antonomasia. Trataba de alcanzar el Polo Sur y pasó trece meses de frío y penurias para, entre otras razones, alcanzar la gloria que le permitiría casarse con la mujer que amaba. Era su segunda expedición antártica, la primera organizada por él mismo, y desde el primer momento se convirtió en un acontecimiento mediático de primer orden. Los primeros capítulos, destinados a contar cómo se organiza una expedición de ese tipo, ayudan bien a entender la voluntad de hierro del británico.
La frontera del frío era una de las últimas fronteras, tanto en el norte como en sur. Cuando la expedición partió, Robert Edwin Peary, el explorador estadounidense, no había llegado aún al Polo Norte —lo hizo el abril de 1909—, así que, de haber cumplido su hazaña, Shackleton hubiera sido la primera persona en llegar a cualquiera de los polos. Ese vacío ayuda a entender la expectación del viaje.
Pero Shackleton, cuando estaba a solo unas 100 millas de culminar su viaje, algo menos de una semana de trayecto, vio que la situación era muy peligrosa y las posibilidades de éxito escasas, así que decidió poner rumbo al norte y regresar para no poner en riesgo las vidas de sus compañeros. Tuvo el suficiente valor, quizá el que le faltó a Scott, para volver y convivir con el fracaso, manteniendo una escala de valores muy razonable.
Y, desde luego, el libro supuso un notabilísimo éxito de ventas y fue muy alabado por las críticas en los periódicos de la época. Porque, como recuerda Javier Cacho, contar el viaje, con crónicas en los periódicos y giras de conferencias posteriores, era una manera habitual de redondear la carísima financiación de estas expediciones, que se redondeaba con el libro. La publicación de los libros contando con pelos y señales las aventuras y las penurias era una de las más sólidas vías de financiación, dependiendo, claro, de la calidad y el interés del volumen. Shackleton había apalabrado antes de salir la publicación, que redactó durante el viaje de vuelta junto a un periodista neozelandés, Edward Saunders, reportero del Lyttelton Times. De hecho, Saunders también le echó mano en el libro que relata su gran aventura, Sur, el cuasi naufragio del Endurance y su celebérrima peripecia entre los hielos antárticos.
Shackleton era consciente, pese a haber sido periodista —o precisamente por eso— de que le venía muy bien la ayuda y, sobre todo, le permitía adelantar el trabajo durante el regreso para que se publicara cuanto antes. De hecho, el libro apareció el mismo año de su regreso, 1909. Y, como hacía con todo, se implicó notablemente en ello, al menos según el testimonio de Saunders, quien aseguró que “si dijera que cualquier capítulo es completamente mío, estaría diciendo una mentira. Mi trabajo era complementario al suyo. Podría decir que Shackleton tenía un don notable de sugerencia literaria”.
Se nota en el pulso narrativo, en lo colorido de la explicación, en las vibrantes páginas en las que Saunders deja casi intacto el relato de Shackleton, el diario de viaje, que hacían una buena pareja artística y que el mérito debe ser compartido. Y ofrece una interesante lectura para todos aquellos que, de vez cuando, soñamos con los viajes de aventuras, los hielos antárticos, con el placer de descubrir.

El corazón de la Antártida
Historia de la Expedición Antártica Británica 1907-1909
Ernest Henry Shackleton
Javier Cacho Gómez
Fórcola Ediciones, 468 páginas.