Existe evidencia científica de que exponer a los menores al humo del tabaco de forma directa o indirecta les hace vulnerables a padecer dolencias respiratorias, problemas inmunitarios, hipertensión y otras enfermedades, además de agravar las que ya puedan sufrir, como el asma infantil. Según los expertos, ventilar las habitaciones minimiza los riesgos, pero no los elimina.
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