Los profesores universitarios pueden acceder a un sistema de evaluación de su actividad investigadora cada seis años. Desde hace cinco años para acá, los sistemas de evaluación se han endurecido. Como requisito para que se te conceda un tramo positivo de la actividad investigadora, está la internacionalización de los trabajos. Esto supone publicar en revistas internacionales pero que además estén indexadas en bases de datos de prestigio. El problema que plantea este sistema es que la evaluación de los profesores de Ciencias Sociales y Humanidades se pretende equiparar con el del resto de las áreas como Ciencias, Biomedicina e Ingeniería. En la universidad española, los profesores de Ciencias han realizado una carrera académica estándar. Esto es, han sido becarios de investigación, han realizado estancias predoctorales en centros de investigación internacionales en Europa o Estado Unidos y, en la mayoría de los casos, han realizado estancias posdoctorales, también en centros internacionales. Luego se han incorporado a la universidad española y sus equipos continúan trabajando con proyectos europeos y sus trabajos están siempre compitiendo con los mejores grupos de excelencia de su ámbito disciplinar.
En el caso de las Ciencias Sociales, por ejemplo, en Comunicación Audiovisual o Periodismo, un profesor ha podido cursar sus estudios en una universidad y no ha necesitado salir ni siquiera de su comunidad autónoma para competir por su puesto de trabajo. Pues el crecimiento de estas áreas ha sido extraordinario en la última década. No obstante, ahora para obtener una evaluación positiva en un tramo de investigación se solicitan una serie de requisitos que ponen de relieve los fallos del sistema. El problema básico es que las tradiciones académicas son distintas. En las áreas de conocimiento emergentes no ha habido que internacionalizarse porque la oferta de plazas era amplia. Ahora lo que cabe pensar es que los profesores universitarios se puedan dedicar por fin a la investigación a pesar de que cada vez más la universidad está más burocratizada. Es una constante la celebración de reuniones, la redacción de actas, la incorporación de programaciones y datos a recursos telemáticos, así como la presentación de memorias y proyectos docentes. Es decir, que después de estar impartiendo clases, de asistir a comisiones de contratación, de asistir a reuniones de las comisiones de elaboración de los nuevos planes de estudios, de asistir a los consejos de departamento, de la atención de tutorías, después de todo ello, hay que investigar. Y no sólo eso si no que esas investigaciones se transformen en producción científica. En fin, que el tiempo es limitado y poder compaginar todas estar tareas se hace difícil. Y esto no es nada comparado a lo que va a ocurrir con la implantación de los Grados y de los Posgrados según Bolonia. En ese momento, la adaptación curricular individual, no sería algo sólo de la educación infantil si no también de los alumnos universitarios. Por mi parte, deseo que se me permita investigar porque la docencia universitaria sin investigación no tiene futuro. Pero por favor, necesito más tiempo, más equipos y menos burocracia. La investigación en Ciencias Sociales y Humanidades también es importante para el avance del conocimiento científico.