El pasado 26 de Junio organizamos una sesión en el Congreso Europeo de Periodistas Científicos, (ECSJ2017) en Copenhague, Dinamarca. La sesión llevaba por título ‘Citizen experience as a powerful communication tool: Open Innovation and the role of Living Labs in EU’ y tuvimos a tres conferenciantes de primera que presentaron una nueva forma de hacer innovación ciudadana: los living labs.
Nuestro objetivo era claro: explicar que hay nuevas formas de comunicar la ciencia a través de la experiencia, implementando un ecosistema de cuádruple hélix, y que necesitamos a los periodistas dentro de esta ecuación. ¿Cómo? No lo sabíamos, y aquello era lo que queríamos explorar con nuestros colegas europeos.
La sesión la presenté yo, como organizadora y moderadora del debate, e intervinieron tres ponentes: Emiliya Hubavenska, comunicadora de la oficina DG Connect de la Comisión Europea, representando a la CE en temas de Innovación abierta; Lasse Bundgaard, del Copenhagen Street Lab, que se encarga de probar la tecnología más puntera para las ciudades inteligentes en la misma Copenhague, y el Dr. Fernando Vilariño, co-director del library living lab, un laboratorio tecnológico ubicado en una biblioteca para implementar nuevas formas de conectar tecnología y cultura, y que es, además, subdirector del Centro de Visión por Computador de Barcelona.
Presentamos ambos casos de uso, ellos bien diferentes. El Library Living Lab, presentada por el Dr. Fernando Vilariño, es una iniciativa que surge de la ciudadanía y para la ciudadanía, donde una asociación de vecinos de la ciudad de Sant Cugat decidieron que querían crear algo nuevo en la biblioteca que el ayuntamiento había proyectado en el recién construido barrio de Volpelleres. Un barrio de gente joven, familias, con estudios, que precisaba de numerosos servicios. A partir de ahí, se involucraron agentes de índole diversa: Universidad, Administración pública, Empresa y Ciudadanía, de cara a crear un proyecto en el cual todos pudieran sentarse en la misma mesa y decidir unos retos que serían abordados en este espacio, en el Library Living lab. A partir de ahí, el Library Living Lab ha albergado numerosas actividades, para diferentes públicos, y ha encontrado maneras de colocar al ciudadano en el centro de la innovación científica.
¿Cómo? Le preguntaron nuestros colegas en Dinamarca. Identificando una serie de retos en común y programando actividades para la ciudadanía que dieran respuesta a estos retos; presentando prototipos y probándolos con los ciudadanos; realizando talleres, como el de impresión 3D, que luego llevaron a que los mismos vecinos se organizaran, tomaran las riendas y crearan lo que ellos denominan el ‘club 3D’, que se reúne cada viernes por la tarde. Este club ha experimentado con las impresoras y la robótica para acabar montando un coche fórmula 1 teledirigido, un dron – que vuela- y, recientemente, un catamarán. Innovación e integración ciudadana en estado puro.
Por otro lado, el Sr. Lasse Bundgaard presentó el Copenhagen Street lab. Con un enfoque totalmente opuesto, este living lab está orientado a las necesidades del consistorio de Copenhague y de las empresas que operan en la ciudad de cara a probar iniciativas para convertir la urbe en una ciudad inteligente. Aquí los ciudadanos intervienen, pero de otra manera. Intervienen para recoger los datos, pero no proponen retos ni necesidades, punto sobre el que convino el público de la sesión, había que trabajar.
Finalmente, la intervención de la Sra. Emiliya Hubavenska, en la que se hizo un breve repaso a la estrategia de Innovación abierta (Open Innovation) de la Comisión Europea. No solo explicó que el trabajo del comunicador científico debe ser lo más inclusivo posible, sino que la profesión de comunicador está cambiando, y comienza a hacer falta tener mayores conocimientos en temas de innovación ciudadana y living labs, que no dejan de ser ecosistemas abiertos en los cuales empresa, administración, academia y ciudadanos deben aprender a trabajar de forma conjunta con una estrategia clara y definida para abordar los retos científicos y tecnológicos que nos acechan.
Nuestros colegas periodistas, aquellos que asistieron a nuestra sesión, nos ayudaron a definir los retos que suponen los living labs para los comunicadores. Comunicar efectivamente y ser canalizadores de la experiencia tecnológica y científica que tiene lugar en los living labs. Los interrogantes que surgieron: ¿sustituyen estos espacios la labor del comunicador? ¿Cómo complementarlo si la experiencia es el canal? ¿Cómo hacer que los comunicadores se interesen por los living labs? ¿qué medios online y offline podemos hacer servir para captar a los ciudadanos y hacerles partícipes de las experiencias que ofrecen estos espacios de innovación? ¿Cómo financiarlo?
La pregunta inicial, no obstante, quedó abierta: cómo incluir a los periodistas en el proceso sigue siendo una incógnita. Recogimos ideas, nuevos interrogantes, pero no un decálogo. En lo que sí estuvimos todos de acuerdo es que hace falta una formación específica que ponga en contexto las estrategias de innovación abierta y las acciones de los comunicadores, y así dar a los profesionales de la comunicación la herramienta adecuada para hacer uso de los living labs de forma efectiva y coherente. Entonces, sabremos cómo integrarlos en este proceso.
Como ciudadanos comprometidos que solemos ser los periodistas, lo que quedó claro es que debemos ser promotores de estas estrategias en las que la inclusión de los ciudadanos en los proyectos de investigación sea crucial desde el principio y hacer del RRI una realidad y no un mero acrónimo que queda muy bien en los proyectos de investigación, pero que carecen de sentido si no se aplican de una forma correcta, efectiva y bien comunicada.