Autor: Antonio Calvo Roy
Como si fuera un enorme trampantojo, La brigada de los bastardos es un libro de divulgación científica disimulado detrás de una novela de espías de la segunda guerra mundial. Una buena e intrigante novela de espías atómicos tras la que se esconde la historia de quienes trataron de evitar que el Proyecto Manhattan del Tercer Reich tuviera éxito y que, finalmente, descubrieron que sus esfuerzos habían sido inútiles porque los alemanes nunca estuvieron ni siquiera un poco cerca de fabricar la bomba atómica.
Sin embargo, entonces, claro, “el miedo al poder destructivo del átomo en manos de Hitler hacía posible cualquier cosa”, fuera a este o a aquel lado de la ley. Por eso fue posible juntar a una notable pandilla en la que destacan Moe Berg, exitoso jugador profesional de béisbol y lingüista; Boris Pash, un ruso temerario, soldado del ejército blanco; Samuel Goudsmit, un físico judío holandés que triunfó demasiado pronto; Joe Kennedy, rico, piloto de la marina en busca de su heroicidad y otros personajes más conocidos del mundo de la física, como Werner Heisenberg, Irène y Frédéric Joliot-Curie, Enrico Fermi, Lise Meitner, Otto Hann, Niels Bohr, Robert Oppenheimer y Wernher von Braun, entre otros, para componer un friso de personajes fantásticos que van tirando de una apasionante historia.
La cantidad de fuentes —libros, archivos, artículos y equivalentes— que el periodista científico Sam Kean ha usado para escribir este libro es más que notable, pero lo mejor de todo es que no se nota. Con una fluidez de novela, Kean cuenta todos los esfuerzos que desde Estados Unidos se hicieron para evitar que la siempre amenazante espada de Damocles del uso de armas atómicas por parte del ejército alemán fuera usada.
Eso exigía trabajar con espías que entendieran mucho de física, secuestrar investigadores si era preciso o idear artefactos voladores terribles —como el que le costó la vida a Joe Kennedy— para destruir los enormes silos que Hitler construía en la costa francesa y que, aparentemente, solo podrían servir para lanzar misiles nucleares a Londres, los temibles V-3 o v-4, que nunca existieron. Eso era también un trampantojo pero, como insiste Kean, “el miedo al poder destructivo del átomo en manos de Hitler hacía posible cualquier cosa”.
Y, desde luego, idear y llevar a cabo sabotajes, por ejemplo para que el agua pesada que se fabricaba en Vemork, Noruega, y que se consideraba un elemento fundamental para conseguir las reacciones en cadena, no llegara a manos de los nazis, poniendo bombas en la fábrica o hundiendo el barco que la transportaba, con todo y pasajeros. Así, Alsos, la unidad de los bastardos —nadie reconocería nunca la paternidad de la idea ni de sus actuaciones— se ocupó de poner todos los palos que pudo en la rueda de la investigación nuclear alemana.
Se trata, en definitiva, de un apasionante y divertido libro (estupendamente traducido por Jorge Paredes) en el que las figuras de la física, conocidas por (más o menos) todos, se las ven con una pandilla de soldados de más o menos fortuna, raros personajes más bien inadaptados y capaces casi de cualquier cosa, o un poco más.
Sam Kean, formado en física y en literatura inglesa ha recibido numerosos premios por sus libros anteriores y es colaborador habitual de, entre otros medios, The New York Times Magazine y The New Scientist. Y, además de lo que ha publicado en el libro, parte del material sobrante lo ha volcado en su página web, de manera que para los lectores que se queden con ganas de más, lo que no será en absoluto raro, pese a que se trata de un libro largo, aquí http://samkean.com/books/the-bastard-brigade/extras/notes/ se puede seguir leyendo sobre el equipo Alsos y su sensacional historia.
Sam Kean, La brigada de los bastardos. Ed. Ariel, 2021, 495 páginas, 23,90 euros, traducción de Jorge Paredes