Semanas tristes

Semanas tristes

 

Esta semana nos hemos enterado de que el Estado recortará 10.000 millones de euros en Sanidad y Educación. Justo después de terminar una semana en la que nos hemos enterado de que, según disponen los Presupuestos Generales del Estado para el presente año 2012, la inversión en investigación científica disminuirá un 25% con respecto a los de 2011, en los que ya se habían dejado más escuálidos que el año anterior.

Esta semana también nos hemos enterado de que para el Fondo Monetario Internacional vivimos demasiado. Gracias a los avances científicos y sanitarios (a pesar de que nunca se invierte lo suficiente en ellos) la población de los denominados países desarrollados presenta un cada vez más elevado “riesgo de longevidad” que en peligro el sistema.

Es decir, que el trabajo que realizan cada día sanitarios e investigadores, en concreto en el ámbito de la Biomedicina, es un gran problema para el sostenimiento del sistema.

Personas mayores en mal estado de salud a las que se debe atender; personas mayores en buen estado de salud que creen que tienen derecho a una retribución tras haber cotizado durante sus años de trabajo (a los primeros, añadir lo que quieren los segundos); personas que no pertenecen a la tercera edad que padecen enfermedades o han sufrido accidentes y que necesitan cuidados e investigación. A todos ellos debemos culpar de… dinamitar el sistema!

 

 

De todo esto infiero que el esfuerzo que realizan cada día sanitarios e investigadores, en concreto en el ámbito de la biomedicina, es un gran problema para el sostenimiento del denominado (y muy citado) sistema, y por eso es mejor que, ya que se tiene que recortar, se recorte en todos estos ámbitos (porque Educación también afecta directamente a Investigación).

En esta semana también he visto (por fin) el documental ‘El mal del Cerebro’, en el que Antonio Martínez Ron nos acerca distintas neuropatologías a través de los enfermos que lo padecen, los médicos que los tratan y los investigadores que avanzan para encontrar una solución para quienes tienen afectado el órgano más importante de su cuerpo. Si nos referimos, en concreto, a quienes padecen enfermedad de Alzheimer, nos encontramos con personas que, para Christine Lagarde son dinamita pura: son mayores y dependientes.

Desde hace unas semanas, y más desde que estamos asistiendo a este espectáculo de sinsentido que nos ofrecen los cargos de máxima responsabilidad a nivel nacional, continental y mundial, no dejo de pensar en lo que supone estar enfermo y/o hacerse mayor. El estreno de la película Arrugas basada en el cómic homónimo que narra las vicisitudes de un anciano con enfermedad de Alzheimer, la entrevista que le hice al investigador Javier Sáez del Instituto de Neurociencias de Alicante y el hecho de que mi abuela haya fallecido hace un mes a los 90 años me están sensibilizando más todavía con respecto a este tema.

Tanto los que comunicamos y participamos en el desarrollo de la ciencia como gran parte de la sociedad nos sentimos como la matemática Clara Grima expresa en su blog seispalabras: muy tristes.

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