Como las serpientes, las células tumorales mudan la piel. Y es que el cáncer no es una enfermedad estática sino que en su desarrollo va acumulando transformaciones para evadir las defensas naturales de nuestro organismo, adaptarse a las nuevas circunstancias del entorno, protegerse contra la quimioterapia y radioterapia y progresar hacia la invasión de órganos vecinos, causando finalmente metástasis.
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