
El diálogo a muchas voces entre el bien y el mal, el egoísmo y la generosidad, la belleza y la fealdad, la buena y la mala ciencia es el esqueleto que sustenta Frankenstein, el moderno Prometeo, la excelente novela de Mary Shelley de cuya publicación acaban de cumplirse 200 años. Aunque ese no hubiera sido el deseo de la su autora, pocas obras se han usado tanto para hablar del peligro de la ciencia como esta novela en la que el fenómeno del galvanismo, recientemente descubierto entonces, sirve para crear vida. De hecho, el origen de la vida formaba parte de las discusiones en los círculos intelectuales de la época.
Para entender cabalmente cómo era esa discusión, y todo aquello relacionado con la ciencia y su época, se acaba de editar Frankenstein. Edición anotada para científicos, creadores y curiosos en general, de David H. Guston, Ed Finn y Jason Scott Robert, profesores de la universidad de Arizona, y editada por Ariel. El texto de la novela, además, está editado por Charles E. Robinson, profesor emérito de la Universidad de Delaware y uno de los mayores especialistas del mundo en Frankenstein. Es decir, viene a ser el Paco Rico, autor del Quijote, pero de Frankenstein.
La ventaja de este Frankenstein es que está pensado para, según el título original, profesores y estudiantes de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Y, para hacerlo, los autores pidieron públicamente que estos colectivos identificaran términos y fragmentos claves de la obra que requiriesen explicación y elaboración para estudiantes, tanto de secundaria como universitarios. Recibieron casi mil sugerencias y, tal y como escriben los autores, “ahí empezó el trabajo editorial a fondo con el texto original y notas y breves ensayos de un grupo diverso de expertos.” Y prosiguen, contando su propósito: “En lugar de fijarnos en los detalles de la ciencia y en lo que Mary Shelley reflejó, o no, con acierto, nuestra versión (aunque también incluya parte de esa discusión) subraya cuestiones más amplias de la iniciativa científica, el papel de los científicos y la relación entre la creatividad científica y la responsabilidad.”
Para ellos “La histórica combinación de ciencia, ética y expresión literaria de Mary Shelley proporciona una oportunidad tanto para reflexionar sobre cómo la gente contempla y comprende la ciencia como para contextualizar las innovaciones científicas y tecnológicas recientes, sobre todo en una era de biología sintética, edición del genoma, robótica, aprendizaje de máquinas y medicina regenerativa.”
Así, nos encontramos decenas de notas, de las más evidentes a las más rebuscadas, que van desde explicaciones de electricidad a reflexiones sobre la imaginación en la ciencia y la precisión de que la criatura horrorosa en realidad es vegetariana. Se trata, por tanto, “de una edición crítica diseñada para mejorar nuestra comprensión colectiva y para inventar —deliberadamente— un mundo en el que todos queramos vivir y, ya puestos, en el que todos podamos prosperar”, aseguran. Y subrayan otra de las ideas que subyace en el libro, que es la de que “Frankenstein dista de ser un credo anticientífico, y los científicos e ingenieros no deberían temerla. El blanco al que apunta la idea literaria de Mary no es tanto el contenido de la ciencia de Víctor cuanto su manera de llevarla a la práctica.”
Además, siete ensayos al final del libro nos ayudan a profundizar aún más en la obra. Escritos por expertos en cada área, nos hablan de Victor Frankenstein como creador y víctima, de las Concepciones cambiantes de la naturaleza humana, de El sueño de la razón tecnocientífica de Victor Frankenstein y de Frankenstein, género y madre naturaleza, entre otros.
El proyecto de los tres profesores de la universidad de Arizona, por cierto, ha sido financiado por la NSF, la National Science Fundation, con ayudas a lo largo de varios años para hacer ese trabajo de campo de entrevistas y explorar la relación entre este mito y la sociedad. Este trabajo es uno de los primeros pero, sin duda, habrá más textos que revisiten la magna obra de Mary Shelley y, ojalá, de paso, se publiquen más textos de esta autora, quizá en cierta medida devorada por su personaje. Para empezar, Sabina Editorial ya ha publicado Historia de un viaje de seis semanas por Francia, Suiza, Alemania y Holanda, que apareció por primera vez en 1817. Se trata de las cartas que envió a su hermanastra Fanny Imlay, cuando, con 16 años, Mary Shelley se fugó con el poeta Percy Bysshe Shelley y resultan una buena manera de profundizar en un personaje con frecuencia oculto por su obra.