Foto: SINC. Taro Yamamoto
No sorprendo a nadie si os cuento que el periodismo es una profesión difícil.
Lo es porque es muy difícil que sea precisamente eso, una profesión, tal y como la define la RAE, (“empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una retribución”), de la que poder vivir y con la que pagar todas las facturas.
El periodismo científico tiene dificultades añadidas: requiere de una especialización, de mayor rigor, de un conocimiento previo, una investigación más profunda, de más comprobaciones, en definitiva, de más tiempo. Es, dentro del periodismo, uno de los ámbitos de lujo: no se pueden crear noticias científicas que sean aceptables o buenas a la misma velocidad que en otro tipo de temas.
Por eso es más difícil aún que esté bien pagado. O, a veces, que esté simplemente pagado.
Me sorprendería ser la única que escribe en este espacio que en alguna ocasión, -o en varias ocasiones-, no haya cobrado nada por algo que ha escrito por el simple amor de hacerlo, por la pasión de comunicar algo nuevo y transmitir ese conocimiento.
O que, en el caso de que si sea remunerado, no siempre le salgan las cuentas tiempo invertido/dinero obtenido.
En Reino Unido, una sociedad llena de ONGs e iniciativas de todo tipo, donde todo es posible, uno de los escritores científicos más activo en las redes sociales ha comenzado una iniciativa destinada a remunerar económicamente a los blogeros o escritores científicos cuyos escritos merecen la pena ser pagados, una vez al mes.
Lo puedo explicar yo, pero casi es mejor que simplemente traduzca sus palabras “en la blogosfera la gente regala artículos fantásticos gratis. Eso está genial, pero yo creo que los buenos escritores deben de cobrar por su buen trabajo. Para dar ejemplo escojo diez artículos cada mes que fueron escritos de forma gratuita y dono 3 libras al autor. No hay ningún criterio formal, ningún otro más que los encuentro especialmente interesantes, importantes o entretenidos.
Pensaremos que tres libras (o 3,5 euros al cambio de hoy) no es mucho dinero. Pero la iniciativa anima a que otras personas donen más y el dinero recogido ($650 en el mes de Mayo) se reparte entre los autores escogidos.
El sistema permite bien donar para otros autores o también apoyar económicamente al blog de Ed Yong, del que surge la iniciativa. Según afirma, una tercera parte del dinero que le llega por donaciones también se reparte a los distintos autores seleccionados.
No me imagino que una iniciativa así terminara de arrancar en España. Pero es verdad que hay veces que ciertos espacios en la red nos proporcionan conocimientos, nos descubren cosas nuevas y nos dan sensaciones que bien pueden recompensarse con algo menos de cuatro euros, el precio de un par de cafés o un desayuno, una vez al mes…