Rigor y humor, un binomio imbatible

Rigor y humor, un binomio imbatible

Fernando Navarro, autor del libro Medicina en Español III.
Fernando Navarro, autor del libro Medicina en Español III.

El idioma es la argamasa de la comunicación. No es posible pensar en periodismo sin pensar en un idioma que se ha de manejar de manera eficaz y, en la medida de lo posible, elegante, sea eso lo que sea. No siempre -¡ay!-, los periodistas tenemos el cuidado que le debemos a esa básica herramienta de trabajo y es posible ver mineros que miman más al barreno que periodistas al verbo. Por eso es una delicia la publicación de Medicina en español, las reflexiones que Fernando Navarro escribe desde el 2006 en Diario Médico y que la Fundación Lilly reúne en libro, en esta ocasión en su tercera entrega.

Fernando Navarro es un sabio en lo suyo, y lo suyo es el español que se usa en medicina. Es el autor del afamado libro rojo, sin duda el mejor diccionario inglés-español de términos médicos, que se puede consultar en su web, Cosnautas, un extraordinario compendio de recursos para traductores y para quienes, como los periodistas científicos, han de lidiar con frecuencia, en el campo de la biomedicina, con palabras en inglés de traducción dudosa pero urgente.

Navarro une una erudición espectacular y un humor generoso a un sentido del idioma verdaderamente envidiable, una combinación imbatible para, siguiendo a Horacio, enseñar deleitando. Sus textos, publicados en el Laboratorio del lenguaje, “florilegio de recomendaciones, dudas, etimologías, errores, anglicismos y curiosidades varias del lenguaje médico”, abarcan la vida entera porque la vida entera pasa por la puerta de las dolencias y los remedios, las curas y quienes curan. Unas doscientas piezas que se leen con la sonrisa en los labios y las neuronas en modo esponja.

Portada de Medicina en Español III, editado por la Fundación Lilly.
Portada de Medicina en Español III.

El lenguaje médico, dice Navarro, ha alcanzado en 25 siglos una riqueza excepcional, no comparable a ningún otro. Así, el diccionario de la RAE contiene “93.000 entradas, mientras que el vocabulario médico actual debe rondar, calculo, el medio millón de unidades léxicas”. Y, sin embargo, no es necesariamente más preciso que el lenguaje popular, según explicó Navarro en la presentación del libro, refiriéndose a las distintas formas usadas para lo que los médicos llaman parestesias, que puede, para quien lo siente, describirse como hormigueo, pinchazos, cosquilleo, acorchamiento, entumecimiento y adormecimiento. Además, la exégesis que hizo de la frase “no te pongas a las nueve, que no te vale el santolio… Como te dé una miaja de apechusque, la roscas” merece un lugar de honor en cualquier diccionario de dudas.

Se trata, en fin, de un libro estupendo y extraordinariamente útil para los periodistas científicos. Además, tenemos la suerte de que, como escribe Navarro, con el laboratorio “me ocurre una cosa extraña: cuanto más tiempo pasa, lo lógico sería que me fueran quedando menos temas pendientes de tratar, pero me sucede justamente lo contrario: cada vez es más larga la lista de pendiente”. Esa suerte tenemos los lectores.

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