Así fue el seminario Producir o perecer: ciencia a presión

Así fue el seminario Producir o perecer: ciencia a presión

“Todos los que nos movemos en el mundo de la comunicación científica tenemos esa sensación de presión por los resultados”. Así presentaba Juan Ignacio Pérez, coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU, el seminario Producir o perecer: ciencia a presión, organizado conjuntamente por dicha Cátedra y la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC) y celebrado en Bilbao el pasado 31 de marzo.

El contraste y la crítica públicos son lo que da valor a la actividad científica, igual que su consumo por parte de la sociedad determina la efectividad de su difusión. Durante la jornada analizamos desde distintos ángulos hasta qué punto las presiones condicionan tanto la producción como la comunicación de la ciencia.

Abrió el fuego José Manuel López Nicolás tratando de sacudir las conciencias de lo que llama “el ecosistema científico”. El panorama que dibujó empezaba por la industria alimentaria que usa el lenguaje científico para ganar cuota de mercado; seguía con las autoridades europeas y españolas, las cuales ni dictan regulaciones eficaces ni hacen cumplir las existentes; con esos medios de comunicación que cuelan publirreportajes disfrazados de noticias y esos famosos dispuestos a anunciar cualquier producto; y terminaba con los científicos que no hacen todo lo que deberían y con las sociedades científicas que prestan su aval a productos que alegan beneficios irreales y no demostrados. Miles de científicos trabajan para lograr una sociedad basada en el conocimiento y han conseguido que la percepción social de la ciencia sea buena. Es responsabilidad de todos que esa percepción no se use indebidamente.

La propiedad de lo que se divulga centró la primera mesa redonda. Un especialista en patentes (Julián de Juan), otro en difusión abierta del conocimiento (Ignasi Labastida), y otro en propiedad intelectual (Javier de la Cueva) hablaron de qué derechos están implicados y a quién pertenecen, cómo se remunera la información y cómo se comunica… Fue la primera vez, pero no la última, que se habló en el seminario de la opción de publicar en abierto: de sus inconvenientes para el investigador, en un sistema que evalúa teniendo en cuenta dónde se publica y qué impacto tiene; y de sus ventajas para el propio científico y para la sociedad, porque la falta de acceso hace que perdamos el conocimiento histórico, que todo nos parezca nuevo y que puedan engañarnos con conocimiento interesadamente falso.

Elena Lázaro moderó la mesa redonda 'Los propietarios del conocimiento', con Julián de Juan, Ignasi Labastida y Javier de la Cueva, en el seminario 'Producir o perecer. ciencia a presión', en Bilbao, el 31 de marzo de 2017, organizado por la AECC.
Elena Lázaro moderó la mesa redonda ‘Los propietarios del conocimiento’, con Julián de Juan, Ignasi Labastida y Javier de la Cueva, en el seminario ‘Producir o perecer. ciencia a presión’, en Bilbao, el 31 de marzo de 2017, organizado por la AECC.

 

José Antonio Pérez puso el foco en los periodistas. Con impagables ejemplos de ese rincón de la irracionalidad que es La Contra del diario La Vanguardia, desacreditó las entrevistas sobre temas de apariencia científica que allí se publican y que por su falta de rigor son claramente pseudociencia. Pérez constató que todos los medios dan espacio a contenidos acientíficos o anticientíficos, y recordó que no hay “policía científica” en los medios de comunicación: los periodistas especializados en ciencia no pueden vigilar lo que se hace en otras secciones y lamentan encontrarse algunas noticias que publican sus compañeros. Ver vídeo de su charla.

La segunda mesa redonda también fue territorio de los periodistas: Antonio Martínez Ron (Vozpopuli, Naukas, Fogonazos…), Eva Caballero (Radio Euskadi) y Luis Alfonso Gámez (El Correo) hablaron de las presiones que sufre el informador, ya sea freelance o asalariado. Si no hay audiencia (lectores, espectadores, oyentes), la sección, columna o programa cerrará, el periodista perderá su trabajo… No es malo en sí tratar de llamar la atención del público pero hay un límite, o tiene que haberlo, a lo que se hace por conseguirla. La especialización funciona cuando el objetivo es la calidad. Y la calidad vende, aunque no a un público tan masivo como los contenidos basura, reconocieron. La falta de tiempo para cuidar las informaciones o buscar temas propios, la desconfianza de algunos científicos en el rigor del periodista y la multiplicación de tareas de éste (que escribe, graba, hace fotos, edita y publicita los contenidos en las redes sociales) son algunos de los problemas que afronta hoy en día esta profesión.

Joaquín Sevilla intentó concretar los borrosos límites entre la honradez y el fraude. No hay una división clara entre científicos íntegros y corruptos, todo es cuestión de grados y de lo que cada sociedad y época considera admisible. Evidentemente nadie consideraría ético inventarse resultados, plagiar artículos o sabotear experimentos de competidores, pero ¿y copiar algún párrafo de otro trabajo?, ¿no citar trabajos que hemos utilizado?, ¿elegir los resultados más convenientes?, ¿olvidar los especialmente malos? La presión por los resultados puede llevar a comportamientos poco éticos. Uno de cada tres científicos admite haber usado prácticas cuestionables en sus investigaciones, y uno de cada cincuenta, haber falsificado o inventado resultados. El fraude ha generado una crisis de reproducibilidad y ha hecho aumentar las retractaciones de artículos publicados. Las consecuencias sobre la fiabilidad de la ciencia publicada son preocupantes. Por eso Sevilla aboga por la transparencia y la denuncia. Ver vídeo de su charla.

Eva Méndez se mostró abiertamente partidaria de la open science, la ciencia publicada en abierto. Ésta supone hacer que los resultados de la investigación financiada con fondos públicos sean ampliamente accesibles en formato digital a toda la comunidad científica y a la sociedad en general de modo que permita a cualquiera contribuir a la investigación con datos, resultados y protocolos en cualquier momento de la investigación. Y cualquier momento significa desde el principio, por lo que habría que publicar desde la idea. La exposición pública, dijo Méndez, es más eficaz que el peer review cerrado, y cuanto antes se produzca, antes descubrirá el investigador sus posibles errores. Además, aumentará la visibilidad y el impacto (aunque habrá que ver cómo se mide ese impacto y cómo lo reconocen las agencias de evaluación). La Unión Europea está promoviendo un cambio sistémico en la ciencia de modo que el acceso abierto a los datos sea la situación por defecto, y se está gestando la European Open Science Cloud. Ver vídeo de su charla.

Ángela Bernardo recordó un dato de la última encuesta de FECYT: un 24,3% de la población española se interesa poco o nada por la ciencia; de ese porcentaje, un tercio es porque no la entiende y casi un 40% porque no despierta su interés. Algo está fallando en el proceso de la comunicación científica, y puede ser en cualquiera de sus eslabones: la divulgación que hacen los científicos, la comunicación por parte de centros de investigación y gabinetes de prensa o la información que elaboran los medios. Bernardo repasó las características del buen periodismo científico, las fuentes de las que se nutre, sus objetivos, las virtudes que debe tener el periodista de ciencia, sus condicionamientos y los resultados que obtiene. Reivindicó la especialización de los periodistas y su papel de centinelas. Y terminó con los consejos de Kenneth Chang (NYT): mejor dar un solo mensaje que tres, primar calidad sobre precisión y aportar contexto. Ver vídeo de su charla.

Cerrando el seminario, Ana Victoria Pérez expuso los datos de su exhaustivo análisis de los contenidos científicos en 900.000 informaciones de las ediciones digitales de tres medios generalistas españoles (el Mundo, El País y Público) desde 2008. Estudió cuánta información científica aparece –dentro o fuera de las secciones de ciencia–, cuándo, sobre qué área de conocimiento, en qué medios, con qué enfoque, asociada a qué ámbitos y quién aparece en esas noticias. La ciencia ocupa en los medios españoles un porcentaje de espacio similar a países como Reino Unido o Italia: un 5%; aunque empezó en cifras más bajas, fue ascendiendo. Las conclusiones de su trabajo fueron las siguientes: la presencia de las instituciones científicas ha crecido, las fuentes extranjeras han perdido peso frente a las nacionales, crece el número de informaciones firmadas por periodistas especializados, y la presencia de empresas y científicos es aún escasa. Ver vídeo de su charla.

Este es el resumen de una jornada que dio mucho más de sí, incluyendo debates y preguntas del público asistente. El interés de los temas abordados quedó patente también en la gran cantidad de tuits con el hashtag #CienciaPresión, que, por cierto, logró hacerse un hueco entre los trending topic de ese día. Es de esperar que, dado el éxito de la convocatoria y el gran trabajo de Juan Ignacio Pérez, Javier Pedreira Wicho y el resto de organizadores, la AECC y la Cátedra de Cultura Científica de la UPV se sientan presionadas para repetir su colaboración.

 

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Vídeos eitb.eus de las ponencias del seminario:

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