
A simple vista, el Ebro parece limpio a su paso por la localidad tarraconense de Flix. El municipio puede presumir de observar al río más caudaloso de España dos veces, debido a la pronunciada curva que dibuja unos metros adelante.
Sin embargo, el bucólico paisaje se puso en entredicho en diciembre de 2001, cuando aparecieron muertos varios peces unos kilómetros más abajo. Estudios científicos demostraron que fallecieron por niveles altísimos de mercurio –1 microgramo por litro–, contaminantes que se registraron en los alrededores de la fábrica química de Flix.
Desde 1894, año en que un grupo de inversores alemanes la instalaron para producir sosa, la empresa Ercros –antes denominada Electroquímica de Flix– ha vertido toneladas de contaminantes al río, aprovechándose de la laxitud de la legislación. Hoy por hoy, más de un millón de lodos contaminados por metales pesados, organoclorados y radionucleidos permanecen depositados en el embalse de Flix.
La sociedad estatal Acuamed ha emprendido una obra titánica para limpiar el río de estos compuestos, y un grupo de periodistas de la Asociación Española de Comunicación Científica ha viajado al lugar para comprobar cómo marchan las labores de descontaminación.
En ocho meses, los técnicos han conseguido sacar el 20% del total de los lodos, a un ritmo de 2.000 toneladas al día. Si siguen esta velocidad, esperan terminar antes de que finalice 2015, lo que cumpliría con los plazos dados por la Unión Europea, que financia el 70% del total de la obra –unos 165 millones de euros– a través de los fondos de cohesión.
Llama la atención que de este montante, Ercros solo tenga que pagar un 5%, y que haya recurrido la sentencia que le obliga a desembolsar casi 10 millones de euros por limpiar lo que ha ensuciado durante más de un siglo.
Dragar, clasificar, tratar
Dirigidos por la directora del proyecto, Azahara Peralta, los ingenieros mostraron a los periodistas de la AECC –que representaban a la agencia SINC, Materia, Heraldo de Aragón y la revista ‘Anoche tuve un sueño’– todo el proceso de descontaminación.
Las labores empiezan con el dragado del lodo en un espacio acotado del embalse, donde se concentran los niveles contaminantes no permitidos por la ley. El cabezal que succiona el material lo hace a un ritmo de 260 metros cúbicos por hora, un movimiento bastante lento para evitar que se movilicen contaminantes.
Tras el dragado, los residuos pasan a una planta de clasificación donde, una vez extraídos, son clasificados y analizados. A continuación, el material es sometido a otros tres procesos más: desorción, oxidación y estabilización. En este último paso, toda la “comitiva” se enfundó chalecos reflectantes, cascos y máscaras para poder acceder a las instalaciones con seguridad.
Por último, los residuos se vierten en un vertedero construido expresamente para tal fin en el Racó de la Cubilla –los contaminantes radiactivos han sido desechados previamente a través de compañías que gestionan este tipo de materiales–.
Hasta el momento, el depósito, de unas 12 hectáreas –el equivalente a llenar el estadio Bernabéu–, está al 22% de su capacidad. Cuando las labores de extracción terminen, el vertedero será sellado y, durante 30 años, Acuamed vigilará su evolución.
Además de todo este proceso, para garantizar la seguridad de los 800.000 habitantes que se abastecen de estas aguas, la empresa ha diseñado un Plan de Emergencia con siete pozos río abajo. A pesar de que no han realizado simulacros, uno de los escenarios que contemplan es que una riada aumente peligrosamente el caudal y la contaminación, ahora retenida, se vuelque al río, aunque parece “improbable”, según los ingenieros.
Como punto final de la visita, los periodistas* disfrutaron de las delicias de la cocina catalana en un enclave privilegiado, desde el que casi podían observar a las nutrias, nuevas vecinas de la Reserva Natural de Sebes. Estos animales son casi tan buen indicador de la calidad de las aguas como las mediciones científicas y, aunque se asientan en la margen opuesta a los vertidos, su presencia alienta a los técnicos y habitantes de la localidad para conseguir su objetivo: un Ebro por fin limpio.

* Laura Chaparro fue una de las periodistas socias de la AECC que tuvo la oportunidad de ser invitada a visitar las obras de descontaminación del Ebro. Este tipo de viajes exclusivos son otra de las ventajas de ser socio de la AECC.