Investigar, enseñar y divulgar.

Investigar, enseñar y divulgar.

¿Qué es la Ciencia? Es una pregunta que en todo rigor no es sencilla de responder. Los filósofos de la Ciencia discuten sobre qué es lo que hace “especial” a la actividad de los científicos frente al resto de actividades humanas. Sin entrar en detalles de tipo epistemológico o de cualquier otra índole, podemos decir (sin miedo a exagerar) que la Ciencia es la única forma de la que dispone el ser humano para alcanzar conocimiento fiable y veraz de sí mismo, del mundo que le rodea y del Universo. Es la recompensa y el objetivo del científico. Un método de trabajo hace que podamos englobar a las disciplinas de la Física, la Química, la Geología y la Biología como ciencias y diferenciarlas de otro tipo de disciplinas y prácticas que, aunque útiles y fundamentales, no lo son. El Método Científico, sustentado por el lenguaje de las Matemáticas, ha de venir a la mente de todos cuando queramos discriminar si algo es suceptible de ser llamado Ciencia o no. Asumido ya el papel fundamental de la Ciencia para el ser humano cabe cuestionarse cómo se puede trabajar en el ámbito de la Ciencia en la actualidad. Hay distintas facetas para el científico del siglo XXI. Son las tres dimensiones de la Ciencia:

                                                     

¿Quién estudiaría una carrera de ciencias sin haber estudiado jamás Física y Química o Ciencias Naturales en el instituto? La enseñanza secundaria y el bachillerato constituyen etapas fundamentales para la formación científica de nuestros jóvenes. Algunos no se dedicarán al mundo de la Ciencia. Otros sí lo harán. Pero la Ciencia, como elemento cultural imprescindible en cualquier sociedad moderna, será algo indiscutiblemente necesario para sus vidas. En palabras de Mario Bunge, “Las pseudociencias son como las pesadillas: se desvanecen cuando se las examina a la luz de la Ciencia”.  Una buena educación científica hará que nuestros jóvenes sean resistentes a charlatanería sin fundamento y críticos frente a la mala praxis del marketing que tanto daño hace a la Ciencia en ocasiones. Véase el caso de la Quimiofobia como ya comentaba en mi anterior artículo para la AECC. Una vez en la universidad, es incuestionable que la enseñanza tendrá un papel trascendental para formar a los futuros, ahora ya sí,  científicos. La enseñanza de la Ciencia es una dimensión fundamental de la misma.

La segunda dimensión de la actividad científica es lo que podríamos llamar “hacer ciencia”. La investigación, que tan duramente se ha visto golpeada en los últimos tiempos, es el motor de la Ciencia y de la Sociedad. El progreso de la Sociedad y la economía de un país no pueden entenderse sin asumir el papel protagonista que ha de tener la Investigación y la Ciencia. Nuevos materiales, nuevas medicinas, nuevos descubrimientos… La actividad científica propiamente dicha. Y llegamos a la tercera y última, y no menos importante,  dimensión de la Ciencia: Divulgar. La divulgación científica es una tarea imprescindible para formar a los ciudadanos y darles herramientas, no sólo para saciar su curiosidad e intereses, sino también para vacunarles frente a aquellas prácticas que,  disfrazadas de Ciencia, pueden hacer mucho daño, no sólo intelectual, sino también económico o incluso para su salud. Pero más allá de la lucha contra las pseudociencias, el científico al divulgar muestra y demuestra a los ciudadanos que la Ciencia no es algo que les es ajeno. Que sin Ciencia ninguna de sus actividades cotidianas sería posible, desde lavarse los dientes a guardar alimentos en sus neveras. Los científicos que nos dedicamos a la divulgación científica vemos en esta tercera misión un reto, un desafío, una pasión y una misión; pero también una recompensa. Porque la Ciencia es el mayor legado cultural que podemos dejar a nuestros futuros alumnos, hijos, nietos y amigos.  Las herramientas de la Ciencia, con sus tres dimensiones, son los pilares de un puente que construimos hacia un mundo de nuevos materiales, nuevas medicinas y nuevas tecnologías. Un mundo en el que estaremos más cerca de conocer más sobre nosotros mismos, nuestro mundo, nuestro Universo y nuestro origen.

¿Hay un desafío mejor? Para un servidor la respuesta es obvia.

 

 Luis Moreno Martínez
Químico y divulgador científico.
Administrador del blog El cuaderno de Calpurnia Tate. Redactor-colaborador de Hablando de Ciencia.

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