La mirada femenina en periodismo científico

La mirada femenina en periodismo científico

Imaginaos por un momento la siguiente situación. En un país llamado Z escasean los puestos de trabajo en ciencia y tecnología. Así que los mandamases de Z se reúnen y toman una decisión salomónica: las personas nacidas en años impares no podrán desempeñar profesiones en estos ámbitos. Las nacidas en años pares, por el contrario, tendrán total libertad para hacerlo.

Pasado un tiempo, digamos tres siglos, se decide anular la prohibición. Pero los nacidos en años impares ya han interiorizado tanto el veto que apenas un centenar en todo el país se atreve a estudiar una carrera de ciencias. “No es lo nuestro”, se autoconvence el resto. Para colmo, los responsables de empresas tecnológicas y centros de investigación, por pura inercia, siempre miran el año antes de decidir a quien contratan. Y se crea una brecha insalvable pares-impares.

¿La historia suena ridícula, verdad? Pues hay poca diferencia entre una decisión tan arbitraria como esta y la de dejar fuera de estos mismos campos a las mujeres. Porque ni a las personas nacidas en años impares, ni tampoco a las mujeres, se les dan peor las matemáticas, o la física, o la química… Sin embargo, en el mundo en que vivimos, la brecha hombres-mujeres en ciencia y TICs existe. Que se resiste a desaparecer.

“Desconfiad de cualquier frase que empiece por ‘las mujeres son mejores en’ o ‘los hombres son mejores en’ porque no tiene fundamento científico”, recomendaba la periodista Lorena Sánchez a la audiencia de la mesa de debate “La mirada femenina en periodismo científico”, que organizó el pasado lunes 20 de mayo en Málaga la Fundación Manuel Alcántara.

Tuve el honor de moderar la conversación entre Lorena Sánchez y Ana Guijarro. La primera, una mujer que lleva muchos años comunicando con gran talento la ciencia, hablando con científicos, enamorándose de sus trabajos y contagiándolo (sin vacuna posible) en la revista de la que es subdirectora, QUO.  La segunda, una astrónoma con proyección internacional que se dedica a escudriñar el cielo desde el Observatorio Astronómico de Calar Alto, estudiando agujeros negros, galaxias remotas y exoplanetas.

“No pretendo que todas las mujeres estudien Física o Matemáticas: deseo que sean libres de elegir, pero libres de verdad”, insistía Ana Guijarro. Y ponía un símil muy visual: “Granada, mi ciudad natal, es una de las más contaminadas. Sin embargo, paseas por sus calles, miras al cielo y tienes la sensación de que la atmósfera está limpia, porque hasta se ve Sierra Nevada. Pero, claro, basta alejarse un poco para ver la horrorosa boina de polución que la cubre. Lo mismo nos pasa con los estereotipos: los tenemos tan encima que no los vemos; y no nos están dejando ‘respirar’ y elegir libremente”.

Por si alguien piensa que la relación de las mujeres con la ciencia es ya absolutamente fluida, que todo está más que superado, Guijarro insiste en que ha visto con sus propios ojos en sus charlas en los colegios. Que a los 5 años, críos y crías tienen el mismo interés por la astronomía, y sueñan con ser astronautas en idéntica proporción. Pero luego cumplen 6, 7, 8 y 9 años y algo cambia. Porque a partir esa edad, las mayoría de las chicas descarta ejercer profesiones relacionadas con los astros. La “boina” de estereotipos les afecta sin que se den cuenta.

Lorena Sánchez tiene claro que las periodistas científicas pueden ayudar a desterrar de una vez por todas los estereotipos femeninos que tanto nos limitan. Por una parte, difundiendo información científica y rigurosa que desmitifique todos los bulos sobre “supuestas” diferencias entre hombres y mujeres. Y por otra, dando más visibilidad en los medios a las investigadoras punteras. Que las hay. “Es importante mostrar insistentemente en periódicos, revistas, suplementos, programas de radio y webs a los referentes femeninos, hacerlos visibles, para que cuando decimos ‘se han reunido cinco expertos en clima’ no visualicemos directamente que son cinco hombres, como venía ocurriendo hasta ahora”, subraya Sánchez. 

Crédito: “Fundación Manuel Alcántara”. Las tres ponentes junto a Pablo Aranda y Carmen Vera, organizadores del evento.

Lo ilustra dos ejemplos. El primero titulado “Héroes de la ciencia española” y publicado en El País por Patricia Fernández de Lis, periodista al frente de Materia. “La apertura del reportaje es una mujer, y la selección de científicos del reportaje, en una nómina de más de 100, es casi paritaria en el artículo, cosa que ni por asomo es paritaria en el cálculo global de científicos españoles”, recalca Lorena Sánchez. “Es decir, el artículo ‘favorece’ a la mujer científica, la visibiliza a pesar de que el porcentaje de mujeres científicas en España es mucho menor que el de hombres”. En QUO, Marian Benito hizo algo parecido escogiendo a doce investigadoras que tienen entre manos “la ciencia más difícil del mundo”.

Desde el público, un joven profesor que imparte Tecnología en Bachillerato, aporta una interesante reflexión. Nos cuenta que, de sus alumnas de este año, ninguna quiere estudiar TICs. Nos cuenta que le dicen que quieren manejar la tecnología pero no crearla. Nos cuenta que lleva todo el curso intentando motivarlas y que le ha servido de poco. “¿No tendrá que ver con que en los libros de texto que manejo en mi asignatura no hay ni una sola referencia o imagen de mujeres, de tecnólogas?”, pregunta en voz alta. Y nos deja pensando que queda mucho más por hacer de lo que imaginamos.

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