En septiembre de 2009, junto a Ignacio Fernández Bayo y otros amigos, encabezamos una candidatura que se ha ocupado de coordinar la dirección de la AECC durante estos diez años. Ha sido un periodo apasionante —al menos para nosotros—, durante el que la Asociación ha crecido notablemente y se ha afianzado como un colectivo de referencia en el mundo de la comunicación científica español y europeo, a través de nuestra participación en la EUSJA.
No creo que sea el momento de hacer el repaso de lo que hemos hecho esta década sino, más bien, de agradecer a todas las personas que han formado parte de las cinco juntas su trabajo, su esfuerzo y dedicación desinteresada para poner en marcha todos los proyectos, jornadas, encuentros y toda la retahíla de cosas que hemos hecho.

Durante estos años han formado parte de la junta José Pardina, Pilar Perla, Fernando Torrecilla (junto a Ignacio y a mí, el único que ha permanecido los 10 años), Pablo Francescutti, Javier Armentia, Pampa García Molina, Elena Sanz, Eugenia Angulo, Óscar Menéndez, América Valenzuela, Gonzalo Remiro, Gonzalo Casino, Patricia Fernández de Lis, Natalia Ruiz Zelmanovitch, Álex Fernández Muerza, Moncho Núñez, Elena Lázaro, Wicho, Carolina Moreno, Vanessa Pombo, Gema Revuelta, Rocío Pérez Benavente, Ángela Bernardo, José López Nicolás, y Antonio Villareal, con la secretaría técnica de Patricia Medrano durante muchísimos años y, desde hace uno, con Esther Sánchez García en ese imprescindible papel. Como sabéis, desde hace un par de años Óscar Menéndez se ocupa de dirección ejecutiva.
A todos, muchas gracias por su compromiso, más corto o más largo pero siempre desinteresado. Cada uno en la medida de sus posibilidades laborales y circunstanciales, se ha comprometido para hacer un trabajo que fuera útil para el resto de miembros de asociación. Y, con perdón, creo que en general hemos hecho un buen trabajo.
El periodismo científico está pasando por una etapa complicada en la medida en la que los medios siguen instalados en una profunda crisis y, en buena medida, han perdido el papel que hasta ahora jugaban en la sociedad. Creo honradamente que se hace muy buen periodismo científico en España, pero hay poco. Necesitamos, como sociedad, que haya más especialistas en este campo en todos los medios de comunicación, porque solo así la sociedad tendrá la información que necesita, clave en el tiempo que vivimos, cuando la investigación científica es imprescindible para afrontar el futuro. No creo que la ciencia baste por sí misma para salir del atolladero en el que estamos, perfectamente ejemplificado en la emergencia climática, pero sin ella sin duda que no salimos.
La comunicación de la ciencia, sin embargo, está, creo, en un momento estupendo. Buena prueba de ello es la cantidad de actos de todo tipo que hay constantemente sobre divulgación de la ciencia. Desde mi punto de vista, quizá lo más llamativo que ha pasado en este campo durante los —¡ay!— 35 años que llevo en esto, es, precisamente, la enorme implicación de científicos y científicas en las tareas de la divulgación, algo que hemos reclamado durante décadas y que creo que hoy se produce adecuadamente por tierra, mar y aire, a través de todos los innumerables canales de comunicación.
Así pues, me parece que, con perdón, dejamos una AECC un poco mejor de lo que la encontramos. La tarea de quienes a partir de ahora se ocupen de dirigirla, algo que elegiremos todos en la asamblea del congreso de Burgos, será continuar ese camino, ese reto. Se trata de seguir mejorando, con la ayuda de todos. Aunque dejo la primera línea, desde luego estoy a disposición de quien, con el apoyo de socios, quiera continuar tirando de este carro. Un carro en el que mi implicación personal comienza muy temprano en mi vida, puesto que mi padre creó la AECC —entonces de periodistas científicos, no de comunicación— en 1971, cuando yo tenía 11 tiernos años. También por eso estoy aquí y seguiré estando. Muchas gracias a todas las personas que han sido compañeras de viaje estos años en las cinco juntas y al resto de socios por apoyarnos.