A finales del año pasado el panel intergubernamental sobre cambio climático (IPCC) se reunió en Estocolmo para dar a conocer las conclusiones del quinto informe de evaluación de las causas y valoración de las consecuencias del aumento de temperaturas en el planeta Tierra.
Basándose en la copiosa cantidad de datos científicos, los expertos se han puesto de acuerdo en que la temperatura del planeta está subiendo y que este fenómeno, tal y como se está desarrollando, es debido a la actividad industrial humana. La diferencia con los informes anteriores reside precisamente en el nivel de confianza con el que los científicos han hecho estas afirmaciones.
Los autores del libro que os propongo este mes, Anders Wijkman y Johan Rockström, ya tienen por asumida la causa antropomórfica del cambio climático. Pero no se limitan a esta problemática. Hacen un estudio exhaustivo de los retos del planeta Tierra y la enmarcan dentro de un contexto medioambiental más amplio y complejo. El libro nos revela que la actual crisis no es solo financiera y económica sino también poblacional y ecológica. Y desgraciadamente, según los autores, se verá exacerbada por una combinación de factores humanos y naturales.
El factor humano tiene dos componentes: El primero es el impacto directo del hombre sobre el planeta más allá de la problemática del clima. El tremendo incremento poblacional en el último siglo y los avances tecnológicos han hecho que la impronta humana sea cada vez más profunda. Construcción de ciudades, incremento de la acidez de los océanos, agujero de la capa de ozono, declive de la biodiversidad, escasez de recursos mineralógicos son solo algunas de las huellas que estamos dejando tras nosotros. No es de extrañar pues que algunos científicos se hayan aventurado a considerar la época del hombre como un nuevo ciclo geológico de pleno derecho: el Antropoceno (frente al actual Holoceno).
La otra componente va alimentando este proceso de degradación del planeta por la actividad humana: es la negación de los hechos o negacionismo. Por falta de voluntad, por táctica o simplemente por ignorancia, nuestros políticos y nuestras sociedades siguen comportándose como si los recursos del planeta fueran infinitos (business as usual). Los autores aseguran, datos al apoyo, que una expansión continua del consumo material no es ni sostenible ni posible ya que estamos llegado a los límites de resiliencia del sistema Tierra.
Resiliencia es un término técnico que se refiere a la resistencia de los materiales cuando están sujetos a tensiones. Los autores definen los elementos de tensión que afectan el sistema Tierra e introducen el concepto de lindero o limite planetario (planetary boundary) dentro de los cuales se deberían de enmarcar el crecimiento de nuestras sociedades para que sea sostenible y duradero. Estos linderos incluyen factores ambientales como el clima o la acidez de los océanos pero también recursos minerales como el nitrógeno o el fosforo, los niveles de agua de consumo o la biodiversidad. Y se caracterizan por estar íntimamente interconectados.
El sistema Tierra ya ha sobrepasado estos límites en dos áreas: el flujo de nitrógeno y la pérdida de biodiversidad. Les pisa los talones el clima. El sobrepasar estos límites significa que nos adentramos cada vez más en la incógnita del Antropoceno y que estamos hipotecando el futuro y las oportunidades de las generaciones venideras. Y el business as usual, fomentado por los intereses corporativos, la pasividad de los políticos y la inconsciencia de las sociedades no hacen sino acentuar el problema.
Los autores no abogan por el decrecimiento (de-growth) como una solución factible a las presentes crisis. Se apoyan en datos científicos y económicos sólidos para revindicar una transformación del sistema económico, empezando por el abandono del Producto Interior Bruto (PIB) como medida exclusiva del “bienestar” de nuestras sociedades. Según ellos, el Human Development Index (HDI) de la ONU, que tiene en cuenta no solo los ingresos y dividendos de los intercambios financieros sino también el nivel de alfabetización y la esperanza de vida de las poblaciones, serían mucho más acertados.
Y abogan por el desarrollo de una economía circular sostenible basada en el re-usar, reacondicionamiento y reciclaje de los productos, es decir de una economía de productos a una economía de servicios, creando así más empleo y menos desechos. En resumidas cuentas, la solución pasa por interconectar sostenibilidad y economía, tener en cuenta la naturaleza como proveedora de servicios (polinización, recursos minerales) e instalar a la biosfera (en vez de las finanzas) como motor del crecimiento. De un crecimiento sin límites como hasta ahora, se pasaría a un crecimiento dentro de unos límites medioambientales establecidos. Y esto para poder progresar protegiendo lo que tenemos, que al fin de cuentas viene a decir nosotros mismos.
Anders Wijkman y Johan Rockström son miembros del Club de Roma, una ONG cuya raison d´être es mejorar el futuro del mundo de una manera interdisciplinar y holística, apoyándose en la Ciencia y el Humanismo.