Un programa de radio, una ventana a la ciencia

Un programa de radio, una ventana a la ciencia


Hola amigos. Esta se trata de la primera entrada en el Blog de la AECC. Bueno, en realidad es la segunda, solo que la primera, que la redacté esta mañana, se perdió en el limbo cibernético al presionar Save… Luego me toca repetir. No importa. Todo por sea por colaborar y aportar mis opiniones, que espero gusten más que disgusten.

Quería presentarme en primer lugar. Me llamo Manuel y desde joven (ahora tengo 34 años, luego, desde ayer) me ha apasionado el conocer. Durante mis años adolescentes estudié en un par de colegios católicos, en primer lugar Jesuitas y más tarde Franciscanos, donde sin duda alguna si algo bueno se me inculcó fue el placer del saber por el saber, así como el respeto al prójimo y a uno mismo. Personalmente no puedo decir que la formación en valores cristianos me perjudicara. La verdad, no tengo malos recuerdos. Más tarde, al trasladarme a un instituto público la cosa cambió. De la universidad, prefiero no hablar. En todo caso, si algo me gustó de siempre fueron las ciencias. Recuerdo como de chaval, mientras pasaba los veranos en La Manga del Mar Menor, además de aprender a bucear aprendí que si querías inventar algo no bastaba con diseñarlo. Tenías que patentarlo, contar con los medios materiales para llevar a la práctica tu diseño y tener el dinero para todo ello. Obviamente con 15 años ni una cosa ni la otra. Pero si que aprendí que el saber no ocupa lugar ni cuesta mucho dinero (hoy no pienso lo mismo al cien por cien…) Al final, nunca patenté mi sistema de amortiguación magnética que tanto añoraba para mi bicicleta, pero comprendí que el esfuerzo por idearla merecía la pena, y aunque mi diseño no fuera práctico ni útil algún día alguien lo llevaría a cabo. Hasta el momento puedo decir orgulloso que no lo he visto en ninguna de las bicicletas que muestra Decathlon en sus pasillos. Luego sigo ganando por 1-0 a la tecnología.

Estudié para ser químico y en casa querían que fuera informático. Pero realmente yo quería haber estudiado o bien Físicas (tenía que salir de Alicante) o Filosofía (no me daría de comer, pensaban en casa) pero me decanté junto a uno pequeño grupo de compañeros del instituto por la Química. Comencé mis estudios en la Universidad de Alicante y la frustración de no dar más de mí me llenó de desánimo. Me veía en un inmenso océano de conocimiento en el que navegaba sin rumbo. Realmente la Universidad que encontré en Alicante no era la que pensaba que merecía y me marché a Madrid. Proseguí Químicas en la Universidad Autónoma allá en Tres Cantos mientras vivía en casa de mis abuelos maternos, trabajaba esporádicamente con una tía-prima paterna en cuestiones de Sistemas de Calidad y cuando quedaba tiempo estudiaba. El mundo al revés. Así que decidí dejar la carrera y regresé a Alicante.

Puesto a no hacer nada, sobre todo por la prescripción facultativa toda vez que se me había diagnosticado una depresión endógena, un ex compañero del instituto me quiso echar un cable ofreciéndome vender suscripciones a un semanario alicantino de poco éxito y mucha calidad (como suele ocurrir). Más tarde, el director del medio me propuso escribir una página de Turismo semanal; posteriormente además otra página sobre Empresas y al cabo de unos meses surgió mi primer contrato laboral. Lo que me llevó a haber dedicado mis últimos 10-12 años al periodismo.

Política, deportes, sucesos, cultura, opinión e incluso fotografía, maquetación, edición y hasta filmación y escaneado de documentos fueron algunas de las herramientas que aprendí a manejar en este tiempo. Y muchas relaciones personales-laborales. Pero ciencia, poca.

Todo cambia el día 19 de marzo de 2008 cuando la última empresa para la que escribía (y mucho más) no me renovó el contrato. Todo había ido bien, pero la empresa periodística, asociada al sector de la construcción, no tanto. Entonces, como queriendo resurgir de mis cenizas me planteé materializar lo que hasta el momento era un vago sueño, una vaga idea que de vez en cuando rondaba mi cabeza meditabunda: Hacer un programa de radio, sobre Ciencia.

Al revés de cualquier gran trabajo editorial, me refiero a las novelas, por ejemplo, empecé a construir el programa partiendo del nombre. Se tendría que llamar El Cinturón de Orión. Un espacio en nuestra galaxia, en nuestro Universo más cercano en el que plasmar, a modo de pequeñas novas o supernovas, conceptos e ideas sobre la Ciencia que añoraba y quería compartir con los demás.

Vamos camino de los 3 años. En mayo se cumplirá la efeméride y el balance no puede ser de lo más satisfactorio. Cincuenta y seis programas emitidos de una hora sólo informando, divulgando y entreteniendo con los contenidos que la Ciencia pone a nuestro alcance. Queda mucho por hacer. La astronomía, nuestra Ciencia preferida, da mucho juego y los seguidores del programa, que cada vez son más, lo agradecen. Pero sobre todo, son 56 horas de emisión (muchas más de preparación) las que llevamos acumuladas y van pesando, aunque la carga se hace ligera con el abrazo de los más allegados.

Quiero especialmente en esta carta de presentación dar las gracias a varias personas que hasta la fecha me han hecho feliz gracias a su ciencia.

Orión, el gerrero

En primer lugar al profesor de cartografía y astronomía de la Universidad de Alicante Enrique Aparicio, a quien consideramos nuestro asesor científico, aunque es mucho más que eso. En segundo lugar a David Costa, quien a pesar de compaginar las dos líneas de investigación y un master sobre nanofísica que realiza en Alicante no ha perdido la ocasión de venir a la radio a hacer más divertida y fácil la ciencia práctica. En tercer lugar a Julián Barreno, quien a pesar de contar con dos carreras tan sencillas como Físicas y Económicas se sienta todas las semanas junto a mi, este pobre indocto universitario, para trasmitir su larga experiencia real en el campo del saber científico. En cuarto lugar, quiero dar las gracias a un gran aficionado a la astronomía como Juan José Muñoz, quien semanalmente aporta su verdadera sapiencia astral (relativa a los astros) y nos ilustra cual “hombre del tiempo” acerca de las efemérides astronómicas, y algo más (el valor añadido). En quinto lugar a la directora de programas de la emisora Radio San Vicente del Raspeig Loly Otero, quien con su bella voz y magnífica dicción nos relata los hechos históricos de la ciencia puntualmente cada martes. En sexto lugar, agradecer a Ángel Gómez Roldán, redactor jefe de la revista Astronomía su aportación mensual desinteresada y, en séptimo lugar dar las gracias a Javier Armentia, gran divulgador director del planetario de Pamplona quien, a pesar de cotizarse caro en el espectro radiofónico con sus aportaciones tan ilustrativas sobre la actualidad no dudó un momento en dar su apoyo desinteresado a este proyecto radiofónico que, como no podía ser de otro modo, hacemos altruistamente por el beneficio de los oyentes, de la sociedad y el de la Ciencia española, en mayúsculas.

Me dejo a Andrés López, Rubén Torregrosa, Adrián Iborra, Héctor Jiménez y a muchos otros colaboradores que con su ilusión y ganas empujan la máquina motora para ser, el día de mañana si así lo quiere la audiencia, referentes en la radio científica de habla hispana.

Hasta la próxima entrada de este blog, que prometo será otra cosa… Saludos desde Alicante.

El Cinturón de Orión

De izquierda a derecha: Enrique Aparicio, Manuel R. de Viguri y Julián Barreno.

http://www.orion.ciudaddelasestrellas.org

http://www.radiosanvicente.com

http://www.viguri.com/astro

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