Desde que soy socia de la Asociación Española de Comunicación Científica no he podido acudir a ninguna de las visitas a museos que se organizan porque vivo en Alicante. Tengo que reconocer que me da mucha envidia. Pero, como ocurre en otros muchos ámbitos de la vida, si lo piensas bien justo a tu lado tienes lo mejor.
El Museo Arqueológico Provincial de Alicante (MARQ) nace en plena II República, de hecho la inauguración corre a cargo del presidente Niceto Alcalá-Zamora en 1932. Sin embargo, es en el año 2000 cuando ocupa las instalaciones del antiguo Hospital San Juan de Dios en el barrio del Plà del Bon Repós (a tiro de piedra del Castillo de Santa Bárbara) y se rediseña formal y conceptualmente en lo que hay ahora a 20 metros de mi casa. El museo no es solamente un espacio que nos muestra quiénes y cómo fuimos los alicantinos de una forma didáctica y elegante, sino también nos invita a visitar algunos de los yacimientos que nutren sus fondos. Es decir, nos incitan a acudir al lugar de los hechos. El Tossal de Manises, antigua ciudad de Alicante ubicada cerca de la playa de la Albufereta, el santuario del Pla de Petracos en el municipio de Castell de Castells y La Illeta dels Banyets en Campello (los denominados “Baños de la Reina”, pero que en realidad se trataba de una piscifactoría donde se dedicaban a elaborar una pasta de vísceras de pescado fermentado llamada garum) forman parte esencial del concepto del MARQ.
Conforme los visitantes entran y salen de las salas de la exposición permanente pueden conocer las técnicas que se aplican a la Arqueología.La Arqueología es, en mi opinión, lo más parecido a una investigación policial, pero en la que interesa más averiguar qué ha pasado que quién ha sido. Hace pocas semanas Clint Eastwood estrenaba J. Edgar, biopic del fundador del FBI. Lo que más me gustó de la película era cómo mostraba la introducción de disciplinas científicas en el ámbito de la investigación policial ante el inicial escepticismo de sus colegas de departamento.
Disciplinas como la Carpología, la Dendrocronología o la Paleopatología son sólo algunas de las que se utilizan para determinar qué ha pasado en la escena de la vida que queremos caracterizar. Ese es precisamente uno de los enfoques más interesantes del MARQ. No sólo nos incita a concebir la Arqueología como una “ciencia de ciencias” que permite conocer nuestro pasado, sino también nos permite traspasar el cordón policial y comprobar in situ cómo se recaban las pruebas gracias a las reproducciones de tres tipos de yacimientos distintos según su ubicación: en el campo, en la ciudad y en el mar.
En el MARQ se puede caminar por encima de un pecio.Desgraciadamente, la complicada situación (financiera y no financiera) está haciendo mella en el museo, que, en mi opinión podría haber crecido más desde que en 2004 recibió el premio Museo Europeo del Año, reconocimiento que comparte sólo con otros dos museos españoles: el Guggenheim de Bilbao y el CosmoCaixa de Barcelona. La ausencia de exposiciones temporales tan emblemáticas como “Ermitage. Tesoros de la arqueología rusa en el MARQ” el año pasado o “La belleza del cuerpo en la Antigua Grecia” que consiguió traer al mismísimo Discóbolo a Alicante en 2009 marcará el futuro inmediato del MARQ. Investigar para conocer nuestro pasado es tan importante como investigar para asegurar nuestro futuro. A veces no existe tanta diferencia.
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